Son tiempos singulares. Tratar de describirlos es inútil. Todo el mundo tiene una opinión, una teoría, un vaticinio, una recomendación, una explicación y, lo que es peor, un meme para compartir. Las redes nos permiten multiplicar las angustias y la desinformación de tal forma que ya es imposible decantar lo que es cierto y útil de lo que es pura y simple deposición.
Y entonces uno concluye: nadie sabe nada. La vida se reduce a lo que uno pueda hacer por la familia, por los amigos, por uno mismo.
El encierro y el confinamiento han despertado la urgencia de la relevancia. Nos hemos dado cuenta de que no podemos cambiar el mundo poniendo y compartiendo frases reconfortantes o chistosas o cínicas en las redes para desatar comentarios y esperar «likes«.
Hemos reconocido que nuestro alcance, aunque limitado, puede ser poderoso para hacer la diferencia en las personas que tenemos cerca. Y es maravilloso cómo la palabra «cercanía» se ha redefinido en estos momentos en que no podemos ir a ninguna parte.
Los aparatos y las pantallas nos han puesto cerca. Hemos reconectado con mucha gente, hemos incluso alcanzado a personas que no conocíamos y que seguramente en otras circunstancias jamás habríamos podido traspasar la barrera de su asistente o del conmutador de su empresa. («Su llamada es importante para nosotros…»)
Y entonces nos damos cuenta de que todos están enfrentando estos tiempos y buscando soluciones para su problema personal o para las docenas de empleados que tienen en su nómina. Pasa en las grandes empresas y pasa en las pymes.
Pongo dos ejemplos muy cercanos.
El Curubito
Un negocio de catering especializado en eventos empresariales debería desaparecer completamente si la cifra de éstos se reduce a cero. Cero punto cero. Los clientes cancelaron todos los eventos del año y cerraron sus puertas, ¿qué hacer? Cerrar, liquidar a todos los empleados, rematar los activos… O, perdón por la palabra, «reinventarse» a toda velocidad.
Ésta fue la decisión de todos los involucrados en este negocio familiar del que depende casi una decena de hogares. Si antes eran capaces de atender eventos muy concurridos y llevarles deliciosas preparaciones a docenas de comensales bajo un mismo techo, no tendría que ser muy difícil hacer lo mismo pero con los invitados en sus propios techos. El nuevo negocio: «eventos» deliciosos en casa.
El reto ha sido formidable y la competencia es enorme, pero el apoyo de todos los «cercanos» a la familia le está dando un empuje renovado.
Aquí está el link, por si todavía no lo ha visitado: https://elcurubito.com/
Así que si está en Bogotá y quiere hacer una celebración «singular» en casa. ¡Hágale!
Hay tres formas de apoyar EL CURUBITO.
- 1) Comprando (obvio)
- 2) Contándole a todos los amigos cercanos y lejanos.
- 3) Ayudando a crecer su impacto en las redes. (Facebook, Instagram)
La Fundación Cucú
El sueño de Patricia Mourraille de crear una publicación periódica para los niños más pequeños se hizo realidad hace tres años. Fue así como nació CUCÚ, una revista enfocada a la promoción de la lectura en familia especialmente en aquellas que tienen poco acceso a los libros.
Después de 26 ediciones, la REVISTA CUCÚ se convirtió en un referente de historias (con escritos de Piedad Bonnett, Ricardo Silva Romero, Irene Vasco, entre otros), de la ilustración infantil (con obras de cerca de treinta artistas de renombre internacional) y de la educación preescolar (con el aval de colegios, jardines, fundaciones e instituciones gubernamentales).
La labor social de la fundación es muy fácil de entender. Por cada niño que adquiere la revista, otros dos la reciben sin costo en colegios y jardines rurales para multiplicar el alcance y hacer que muchos niños se pongan a leer en casa con sus adultos acompañantes.
Todo estaba listo para lanzar la edición 27 en la Feria del Libro (cancelada) y repartirla en los colegios (cerrados) y los jardines (cerrados), así que las cajas de revistas se quedaron (cerradas) en la bodega.
Sin desfallecer, el equipo creativo de CUCÚ se lanzó a crear un libro de vacaciones lleno de cuentos, juegos y actividades que, a la fecha, está en etapa de preventa para todos.
De nuevo, hay tres formas de apoyar a la FUNDACIÓN CUCÚ:
- Comprando un LIBRO DE VACACIONES para su niño, lo que hace que otro niño reciba uno igual en el circuito de escuelas rurales de USME. La meta es entregar trescientos libros al finalizar junio.
- Comprando muchos LIBROS para su colegio o jardín infantil a precio institucional y repartiéndolos entre sus estudiantes.
- Promoviendo este cuento en las redes sociales (Facebook, Instagram) y entre los amigos.
Son tiempos singulares, repito.
Pero es en estos tiempos en donde se puede actuar de forma plural y, mediante la fuerza de muchos, ayudar a que no se trunquen los sueños de quienes quieren hacer empresa (EL CURUBITO) y quienes quieren hacer labor social (FUNDACIÓN CUCÚ). Especialmente si ellos pertenecen a mi familia.
Cuento con todos ustedes (los tres o cuatro lectores clandestinos de este blog).
Guillermo Ramírez