Cada vez que se cambia de calendario, la gente hace un resumen de lo logrado en el año que acaba para crear nuevas expectativas para el año que comienza. Esto permite calificar la vida y llamar la atención sobre lo que fuimos capaces de hacer pero sobre todo resaltar lo que «todavía» somos capaces de hacer, especialmente aquellos que ya estamos recorriendo los años en los que se empiezan a deteriorar nuestras habilidades.
He aquí mi inventario:
1 – En múltiples ocasiones logré encontrar mi teléfono sin tener que pedirle a alguien: «me lo timbras, ¿por favor?». No me volvió a ocurrir que buscara el teléfono usando la linterna… del teléfono.
2 – Alcancé a terminar un sudoku varias veces mientras mi PC iniciaba a trabajar en Windows 10. También aprendí a ir al baño, tomar el desayuno y lavarme los dientes mientras la máquina arrancaba.
3 – Aprendí a rechazar las llamadas de SPAM, a poner mi teléfono en modo avión en la mitad de una llamada indeseada y a no responder «¡SÍ!» bajo ninguna circunstancia.
4 – Fui capaz de recordar algunos cumpleaños sin necesidad de que me los recordaran las aplicaciones de las redes sociales, de manera que fui el primero en lucirme en el chat de los grupos de amigos o familiares.
5 – Pude controlar el tiempo que pasaba haciendo «scroll infinito» y lo reduje en la mayoría de días a solo 45 minutos en la mañana y 45 minutos en la noche. En la tarde, todavía no lo he podido controlar.
6 – Logré convencer a mis amigos de que disfrutaba de la discusión sobre los logros comparados de Messi y Cristiano Ronaldo, que estaba enterado de ellos y que además me importaban.
7 – Tuve una dicha suprema en varias ocasiones en las que mis publicaciones en las redes obtuvieron una docena de reacciones incluso de personas diferentes de «las de siempre».
8 – Sobreviví nuevamente al llamado #blackfriday gracias a la ayuda incondicional del saldo rojo de mis tarjetas de crédito, permanentemente bloqueadas por exceso de puntualidad en los pagos.
9 – Pude asentir convincentemente durante las conversaciones sobre las diferencias entre el machine learning, el aprendizaje profundo y la inteligencia artificial generativa, aunque mantuve un silencio prudente para no exhibir mi completa ignorancia del tema.
10 – Aprendí, luego de muchos intentos, a abrir la puerta de nuestro conjunto residencial poniendo mi cara en la cámara y descubrí que puedo confundir al sistema poniéndome o quitándome las gafas, (¡Hola, Clark Kent!), pero que no se deja engañar con una gorra.
11 – Rescaté el placer ya perdido del baño con totuma.
12 – Con mucha satisfacción personal y gran despliegue de sabiduría, fui capaz de encontrar una dirección en mi ciudad sin necesidad de aplicativos de tecnología GPS, ni voces femeninas que me ordenaban girar a la derecha en cien metros.
13 – Aprendí a no reenviar publicaciones que anunciaban la muerte en un accidente terrible de alguien muy famoso especialmente si la noticia me llegaba con el preámbulo: «reenviado muchas veces».
14 – Logré casi todas las noches (aunque muchos de mis amigos no me creen cuando lo anuncio y los que me creen dicen que esto debería ser lo más importante de este año) dormir en una habitación diferente y lejana de donde «dormía» mi teléfono celular.
15- Luché todo el año por no caer en la costumbre de condenar la palabra «niños» y aplaudí con mucha admiración a quienes se negaron a decir «niñes», o lo que es peor, «las infancias».
16 – No tuve que lidiar en todo el año con adicciones costosas como los vapeadores, los cigarrillos o los cocteles y más bien me dediqué a otras adicciones más peligrosas como las carnes rojas, los cafés con azucar, los productos con glúten, las leches enteras de vaca, el agua de la llave y las bolsas con sellos de «exceso de».
17 – Nuevamente llegué al final del año sin ser fan de ningún equipo, de ningún grupo musical, de ningún reality, de ninguna serie, de ninguna novela, de ningún(a) precandidato(a), de ninguna tendencia, de ningún predicador, de ninguna dieta, de ninguna teoría de conspiración, de ningún influencer… pero no le llevé la contraria a nadie.
18 – Semana a semana logré ignorar por completo todo lo que publicaba la revista del mismo nombre.
19 – Aprendí a distinguir entre las «fake news» producidas con inteligencia artificial, las «fake news» producidas por las bodegas de los seguidores y los opositores del gobierno y las «fake news» de los respetables medios tradicionales.
20 – En algunas oportunidades llevé mi propia bolsa al supermercado, llené «botellitas de amor», puse el envase no retornable en la caneca correcta y declaré con orgullo que no quería «copia del voucher».
21 – Con un singular esfuerzo resolví en casi todos los intentos las pruebas de «captcha» que demostraban que «no soy un robot» pero aún no sé si el poste del semáforo forma también parte de la respuesta.
22 – Todas las veces que murió alguien importante en el mundo logré persuadir a todos los que me escucharon que: 1) sabía quién era, 2) conocía a fondo su obra y 3) lamentaba muchísimo su pérdida.
23 – Aprendí nuevas palabras, principalmente me gustó esta: la kakistocracia o caquistocracia. (La dejo de tarea…)
24 – Avancé en mi tercer año de pensionado con alegría suprema y emoción sublime ya que pude experimentar las famosas «3 S de los jubilados»:
Sin jefes, Sin horarios, Sin plata.
Por último, entendí que escribir estas tonterías un 28 de diciembre formaba parte de mi esfuerzo desesperado e impertinente por lograr la inmortalidad.
Guillermo Ramírez – Diciembre 28 de 2024