¡Llegó el «coronalismo»!

Foto: Anna Shvets – Moscú – annashvets.com

Se que mis tres lectores estaban esperando con ansiedad que escribiera sobre el tema de la cuarentena universal. Pues bien, aquí vamos.

Lo primero que hay que admitir es que el Mundo ya es completamente distinto a como era en diciembre pasado. Creo que jamás en la historia reciente de la humanidad había ocurrido algo que afectara de tal forma a todas las personas sin diferenciar raza, credo, nacionalidad, ubicación o condición económica. Hay príncipes y primeros ministros infectados, pero también está tosiendo sospechosamente este señor que está viajando al lado nuestro en el bus o en el metro o en el avión o en el crucero.

Simultáneamente con la transmisión de la infección, las casas, las ciudades y los países se están infectando de un miedo muy justificado que obliga a cerrar puertas, puentes, aeropuertos y fronteras. El encierro obligado se ha convertido en la nueva normalidad y ha dado paso a una economía de emergencia que no se parece ni al capitalismo ni al comunismo.

Todos dicen que hay que tener paciencia, que la vida va a volver a la normalidad. Pero lo cierto es que nada volverá a ser «normal». Las sociedades en todos los rincones del planeta se regirán por lo que me atrevo a llamar el «CORONALISMO«.

Para entender lo que está ocurriendo, usted y yo no tenemos que ir muy lejos. Basta con que hagamos un recuento de cómo ha cambiado la vida alrededor nuestro, en cada miembro de nuestra familia:

  • Nuestra nieta de seis años está haciendo ejercicios de rotación del cuello lentamente, mientras su profesor de gimnasia le da indicaciones a ella y a una decena más de niños. Ella está en la sala de su casa y el profe en la pantalla del computador. ¡Elearning en preescolar!
  • Una cuarentena (sí, somos cuarenta) de maestros, colegas como yo del profe de gimnasia, hemos tenido que convertirnos en menos de dos semanas en expertos en la presentación de clases virtuales, la conducción de actividades sincrónicas y asincrónicas y la tutoría a distancia de casi cuatro centenas de niños de cuatro a dieciocho años.
  • El domingo hicimos una reunión virtual (hangout le dicen) con todos los miembros de la familia ubicados en cinco países distintos. Quince participantes contaron su experiencia y la situación en cada ciudad entre risas, caras preocupadas, cantos de «happy birthday», caras pixeladas, palabras de aliento, caras recortadas, noticias, rumores y, no sé si lo dije, caras descoloridas.
  • Entre el grupo no faltaron: los que perdieron su trabajo porque el dueño de la empresa decidió suspenderlos; los que están a punto de quebrar en su negocio independiente porque su categoría económica tambalea (¿turismo? ¿diseño de impresos? ¿productos de ninguna necesidad?); los que continuaron vinculados a la empresa, pero los mandaron de vacaciones; los que continuaron teletrabajando con su sueldo intacto, pero ven que la operación de la empresa cae como si fuera el reflejo en el agua de la curva de la pandemia.
  • Ya conocemos con nombre propio a dos, cuatro, ocho, dieciséis amigos o amigos de los amigos que fueron diagnosticados positivamente en diversas partes del mundo. En los chats empiezan a circular los abrazos solidarios, las bendiciones remotas, los acompañamientos cálidos… e inmediatamente se reanuda la infinita sucesión de memes de todos los tonos y malgustos.
  • La cuarentena ha despertado la urgencia de compartir, de entretener, de explicar, de llenar ese supuesto vacío que debemos tener en nuestro día a día con actividades que, si las hiciéramos, nos ocuparían por lo menos un semestre. Todo el que tiene algo que decir, algo que cantar, algo que opinar, independientemente de su talento o de su grado de conocimiento sobre el tema, cualquier tema, tiene que crear contenidos en todas las terminaciones de archivos posibles. Imágenes, audios, videos, streamings y podcasts en cantidades infinitas saturan nuestra memoria, digital y biológica, en un bombardeo incesante de cuestionable ingenio.
  • De repente, todo lo que hacíamos con la mayor naturalidad se volvió peligroso e irresponsable: tocar el botón del ascensor; asir una manija o una empanada callejera con ají; caminar sobre una superficie externa de cualquier material y luego entrar a la casa con los zapatos puestos; tocarse la cara; no tener un tapabocas; tener gripa; comprar una menta a la señora ausente de la esquina; manipular monedas, llaves, bolsas, tarros y cualquier otro objeto que ocupe espacio físico. Un TOC global que puede salvar vidas y destruir relaciones.

Y entonces uno abandona las conversaciones y se pone a pensar. ¿Cuál será la nueva normalidad cuando todo esto pase?¿Cuáles son las nuevas reglas de juego que se están creando? ¿Cuál es el juego?

Lo primero que hay que pensar es cuánto va a durar esta etapa de ECONOMÍA CORONALISTA y cuáles son sus características. Aventuro algunas:

  • A NIVEL MICRO
    • Familias cautelosas en sus gastos (a excepción del papel higiénico) que conservan el efectivo, ahorran y evitan lo superfluo. También puede ser que expriman a fondo las tarjetas de crédito debido a su déficit de ingresos.
    • Acuerdos de reducción de costos de arriendos, de salarios y de activos. Venta del segundo auto, suspensión de suscripciones de periódicos y revistas, reparación en vez de reemplazo de electrodomésticos, austeridad en el vestir, en las celebraciones, en las salidas, en las vacaciones.
    • Entretenimiento diferido y de bajo costo. En línea.
    • Educación en casa (home schoolling) a la fuerza. Escuelas 100% virtuales en todos los niveles: desde preescolar hasta los posgrados.
    • Centros comerciales a reinventarse. Docenas de locales de ropa y «carajaditas» superfluas y asiáticas, al cierre. ¿Cosméticos? ¿Vanidad? ¿Lujos? Tachados del presupuesto. ¿Rumba? ¿Restaurantes? No, mientras no recupere mi nivel de ingresos. Es decir… ¿Cine? «The End».
    • Desplazamientos mínimos. A trabajar cerca de mi casa. En mi barrio. ¿Qué puedo ofrecer a mi vecindad? ¿De qué sirve mi PHD en mi manzana?
    • Mayor voluntariado, mayor solidaridad. Cuidado de los mayores, de los más pequeños, intercambio de turnos, aprovechamiento de tiempos. Trabajadores de sectores que no pueden parar auxiliados por aquellos que pararon.
  • A NIVEL LOCAL
    • Grandes conciertos, eventos deportivos y culturales pospuestos indefinidamente. Ferias comerciales canceladas. ¿Olímpicos? ¿Expo-Dubai? Cada país dudará de asistir. Cada país cancelará sus eventos locales. ¿Empresas culturales? A monetizar su talento en productos de distribución digital. ¿Fútbol? Sin público. ¿Iglesias? A encomendarse al altísimo.
    • Reinvención de los sectores productores. Todo para la salud, la educación y la alimentación. No más productos superfluos o lujosos. Textiles para la protección y el aislamiento. Fábricas enfocadas en la respiración. Agua y alcohol en vez de cerveza. ¿Es mi producto indispensable para la vida? ¿No? ¿Qué producto indispensable puedo fabricar/distribuir/vender entonces?
    • Empoderamiento de la educación básica y media. ¿Posgrados? ¿Doctorados? No, gracias. Ya no son un valor agregado. Repetimos: salud, educación y alimentación. ¡Ah, sí! Y tecnología de comunicaciones. ¿Artes? Regreso a la mentorización individual. Maestro, pupilo. Renacimiento del trueque de habilidades y servicios de barrio: remontadora, sastrería, panadería, carpintería. Oficios, oficios, oficios. En vez de diplomas, diplomas, diplomas.
    • Reestructuración de nóminas. Una docena de ejecutivos de 25 millones cada uno vs. 150 operarios de 2 millones: no es difícil elegir. ¿Es mi cargo superfluo? ¿Estoy sobrepagado? ¿Sé hacer algo «útil» para mi empresa y mi sociedad? ¿Hasta cuánto debo reducir mis ingresos para poder quedarme en la empresa? ¿Un cuarto? ¿Un quinto? ¿Un décimo?
    • Rescate de la indigencia: recuperación, rehabilitación, albergue, alimentación. Adecuación de espacios subutilizados para el servicio social. Necesidad de profesionales en servicios de asistencia y cuidado.
    • Freno de la construcción diferente de los proyectos de interés social. Devaluación de la finca raíz. ¿Tiempo de invertir en una casa y «echar» raíz en un lugar mientras duro dos décadas pagando una deuda? No, gracias.
  • A NIVEL GLOBAL
    • Heridas de muerte de sectores. ¿Turismo? Tal vez cerquita, en la región, en los pueblos, en mi propio medio de transporte. Anfitrión y visitante de mis vecinos. ¿Cruceros? R.I.P. ¿Las Vegas? Sorry, man. ¿Transporte Aéreo? Separación obligada de las sillas, menor densidad, más carga, menos frecuencias, más paradas. ¿Entretenimiento? Suspensión de megaproducciones, resurgir del cine independiente, reducción de oferta de series, suspensión de nuevas temporadas. Desinfle de los pases y salarios de grandes estrellas del cine y deportivas.
    • Economía de emergencia y recuperación. Gastos estatales enfocados a la infraestructura sanitaria, alimentaria y de comunicaciones. Subsidio a la producción local de alimentos. Cierre de importaciones no vitales. Autoabastecimiento de las regiones. Impulso del microempresario vecino.
    • Reestructuración del valor: caídas abruptas de las inversiones en bolsa. Intangibles que no aportan valor a la sociedad vs. máquinas ruidosas expulsando piezas vitales para la recuperación de la economía: ¿en dónde pongo mi dinero?
    • Colapso de la finca raíz de alta gama, urgencia por volver líquidos los activos innecesarios, inactivos o sobredimensionados. Devaluación de la propiedad corporativa: ¿Teletrabajo, alguien? ¿Oficinas compartidas? Desaceleración de la inversión en activos. ¿Construcción? Freno total.

El CORONALISMO no se parece en nada al NEOLIBERALISMO de fronteras permeables y globalización respaldado por la especulación financiera, tampoco se asemeja al temido SOCIALISMO de intenso control estatal, sobreprotección y asistencia.

Es una economía nueva surgida de un enemigo común y universal. Una oportunidad para que las sociedades reorganicen sus prioridades y se deshagan de las taras adquiridas durante décadas de consumismo salvaje y desproporcionado. Un periodo de aprendizaje a las malas sobre las verdaderas necesidades de cada familia, de cada municipio y de cada país y una lección dura de aterrizaje forzoso a las realidades personales, empresariales, nacionales y globales que llevará a la reinvención o al colapso.

¿Cuál será el final de este capítulo en mi casa? ¿En mi empresa? ¿En mi ciudad? ¿En mi país? Seremos capaces de ser el ejemplo a seguir o haremos el papelón más grande de la historia.

(Esta historia continuará…)

Guillermo Ramírez

Abril 1 2020.

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