La época de vacaciones es perfecta para demostrar lo que siempre he dicho. Todas las redes sociales se reducen a una sola: «yosoymejorquetú.com»
El objetivo de viajar o de comer en algún lugar ya no es disfrutar del momento sino registrarlo y difundirlo. Recuerdo una vez que comenté que había estado tan feliz con mi nieta que no había tomado ninguna foto.
En la era pre-internet, la gente viajaba y se convertía en gurú. Traía docenas de diapositivas (también las llamábamos «transparencias») y las proyectaba a los amigos en una reunión muy animada en donde el sonido del proyector cambiando cada foto era emocionante.
Generalmente había cerveza y maíz pira y cada foto generaba una reacción del público y un comentario editorial de los anfitriones viajeros. Por fortuna los rollos eran máximo de 36 fotos y la gente sabía que la audiencia no soportaba más de un «magazine», así que seleccionaba muy bien sus fotos.
Hoy en día ya no hay encuentro post-paseo. Es más. La reunión es irrelevante porque todo lo que se hizo durante el viaje quedó registrado en la red, día por día, escala tras escala. No hay nada que contar. Ya te vimos, ya lo sabemos. Nos mostraste un selfie tuyo en cada parada que hiciste, ¿qué más puedes agregar?
Muchos de los que somos de generaciones anteriores preferimos mirar por la cámara y no que la cámara nos mire todo el tiempo. No entendemos esa idea de fotografiar las rodillas en cada piscina o playa y no comprendemos a esta generación que es capaz de producir 100 fotos de ellos mismos en un asado. (Las cuales no volverán a ver porque serán reemplazadas por la centena de autodisparos del siguiente fin de semana)
Por eso quiero compartir una selección especial de mis fotos de vacaciones. (Los invito a que imiten el chasquido del proyector en cada pase).
Algunos dan la vuelta al mundo para fotografiarse ellos mismos, otros damos la vuelta a la manzana y encontramos el mundo.
Abuelo.co