Conducir como el abuelo.

La solución a los problemas de movilidad de mi ciudad (Bogotá) no está en construir más vías o en prohibir la circulación de los carros pares o impares.

El tal «pico y placa» (1) lo único que logró fue cuadruplicar el número de vehículos de la ciudad, como lo mostré en alguna presentación hace un tiempo. (2)

Mi propuesta es muy sencilla. Manejemos como el abuelo.

Hay dos principios esenciales para que los vehículos circulen:

PRINCIPIO NÚMERO 1: «¡Sepárese!»

A los viejitos nos enseñaron que había que dejar por lo menos 2 segundos de separación del carro que va delante de uno.

A una velocidad de 50 km/h, dos segundos de separación equivalen a unos 28 metros. A 60 km/h, son unos 34 metros. Es decir un poco menos de lo que mide un Transmilenio biarticulado. (3)

Pero la forma de medir los dos segundos es muy entretenida para enseñarla a los nietos. Cuando el carro de adelante pasa por un lugar fijo, por ejemplo por debajo de un puente, o una señal, o un árbol, empezamos a contar:

«Mil ciento uno… mil ciento dos…».

Y entonces debemos pasar nosotros por el mismo objeto. ¡Ahí está! Dos segundos de diferencia. Si está lloviendo: el doble de tiempo.

Guardar esa distancia (o más) permite que frenemos a tiempo para evitar colisiones, nos despeja la visión a lado y lado del vehículo de adelante para anticipar eventos y, sobre todo, hace menos denso el tráfico.

Además, si todos vamos separados, podemos hacer rápidamente una «cremallera» cuando hay un obstáculo.

Dos carriles de autos se reducen momentáneamente a uno y luego se vuelven a abrir. Como una cremallera.

Y esto nos lleva al segundo principio.

PRINCIPIO NÚMERO 2: «Uno + uno»

Las entradas a las avenidas se resuelven fácilmente con algo tremendamente escaso en las calles de la ciudad: la cortesía. Cambiar el «yo paso» por «doy paso». Nuevamente el principio de la cremallera.

La matemática es muy sencilla.

1 + 1 = 2 ¡Se duplica la movilidad!

Y una vez que entra el nuevo vehículo al flujo, ¡separarse otra vez!.


Los escépticos dirán. Pero si nadie lo hace, ¿por qué lo voy a hacer yo? Y yo les contesto, no importa. ¡Hágalo usted! Verá que el tráfico se despeja mágicamente solamente si usted lo hace. (Lo he comprobado cientos de veces)

¡Inténtelo la próxima vez!

Los dos principios tienen que ver con la física de fluidos. Un fluido es menos denso si hay más separación entre las partículas que lo componen.

Así que podemos deliberadamente hacer más fluido el tráfico simplemente separándonos. El sólido trancón literalmente se evapora.

¿Muy iluso?

Si cada persona soluciona su propio problema de densidad de tráfico, separándose y aplicando el 1 + 1, se soluciona el problema de todos.

Yo pondría avisos en los puentes de las grandes avenidas que recordaran: ¡Sepárese! y señales en las intersecciones que dijeran (1+1).

Cuéntenle a la Alcaldesa.

Guillermo Ramírez


Nota 1 – La restricción de circulación de los vehículos en Bogotá y otras ciudades de Colombia tiene un nombre que siempre me ha parecido tan pintoresco como ridículo. Nunca supe quien se inventó ese término: «pico y placa». Lo absurdo es que los colombianos creemos que todo el mundo entiende de qué hablamos cuando pronunciamos esa frase y los extranjeros nos miran con el ceño fruncido al escucharnos. Alguna vez le dije a alguien que no podía cumplirle la cita porque tenía «pico y placa» y ella me dijo: «Bueno, cuando salgas del dentista, nos vemos».


Nota 2 – Pueden ver la presentación «Acabar el pico y placa» en donde propuse otra solución: https://es.slideshare.net/guiramirez/acabar-el-pico-y-placa

Aquí se puede ver el efecto del «pico y placa» en la cantidad de vehículos en Bogotá:

El «pico y placa» multiplicó los carros X 4
Y multiplicó las motocicletas x 8

Nota 3 – Un bus biarticulado (de tres secciones) del sistema Transmilenio de Bogotá mide 37 metros.

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